jueves, febrero 17, 2005

ARGENTINA: SECUESTROS, DROGAS Y VIOLENCIA

Julio A. Cirino¨

¿QUIEN CONTROLA LA CALLE?

El gobierno nacional parece seguir el mismo camino que el de la provincia de Buenos Aires; ambos pierden el control de la calle y en modo alguno pueden garantizarle su vida o sus bienes al ciudadano, si bien debemos reconocer que un excelente “manejo de prensa” permitió en los últimos meses del 2004 y los primeros del año en curso que los medios sólo pusieran en pantalla aquellos hechos que por su violencia y/o notoriedad fueran imposibles de ocultar a la opinión pública. En la provincia de Buenos Aires, la implementación del sistema de “incentivos” hace que las estaciones de policía se muestren más renuentes que nunca a escribir una denuncia, para poder mostrar estadísticas acordes al gusto del Secretario de Seguridad.
El mensaje es preocupante en extremo: Primero el estado no puede o no quiere defenderle, y si usted se defiende por su cuenta le pondremos preso y tiraremos la llave.
Segundo, el estado social-populista garantizará pingues indemnizaciones para las familias de todo criminal muerto “en acto de servicio” es decir delinquiendo.
La calle está controlada por tres fuerzas concomitantes: Los diversos grupos piqueteros, que deciden quién, dónde y cuándo puede circular. Los cartoneros ya asimilados a un trágico paisaje urbano, parte de la ciudad de Buenos Aires que nos regala Anibal Ibarra y finalmente por los criminales en todas sus modalidades que van desde los iniciales “pibes chorros” (endiosados por algunos) hasta las bandas más pesadas y profesionales y todo lo que se encuentra en el medio: levantadores, oportunistas, punguistas, escruchantes, escaladores, arrebatadores etc.
El imperio de la fuerza bruta se infiltró en la vida cotidiana que alcanza niveles de agresividad y violencia impensables – e inaceptables políticamente – en otras partes del planeta.

LO QUE FALTA ES VOLUNTAD DE ORDEN

El delito en todas sus formas es parte del violento paisaje nacional y no existen zonas o regiones seguras, hasta el ámbito rural, tradicionalmente a salvo de la criminalidad aparece como uno de los más golpeados ante la indiferencia general (lógico al campo no van las cámaras de televisión).
La palabra inseguridad está en todos los periódicos, las encuestas y los informativos. Cómo se termina con la inseguridad es tal vez la pregunta más repetida para especialistas y aficionados, pero es esta la pregunta correcta?
¿Cómo sociedad nuestro problema básico es la inseguridad? ¿O se trata de algo mas grave?
No será que la seguridad, o la falta de ella, es la consecuencia lógica y directa de una sociedad que tácitamente acordó consigo misma que desea convivir con el desorden y la transgresión de normas y reglas que hacen a la convivencia en toda sociedad organizada
El argentino refleja en sus comportamientos cotidianos que, desde su perspectiva la ley es el conjunto de normas que los otros deben cumplir para vivir en armonía y este es su punto de partida, la vida en libertad se alcanza al ser todos esclavos de la ley.
Durante años se nos repitió la idea que toda noción de orden era sinónimo de autoritarismo represivo; esta reiteración dio sus frutos con el tiempo, obsérvese que la palabra reprimir (utilizada profusamente por el código penal) es una expresión dictatorial, y su derivado: represor, es aún peor, se utiliza de 1.000 maneras distintas, todas descalificantes para señalar a cualquiera que pretenda en una situación dada, que se aplique una noción de ley y orden.
Simultáneamente es algo aceptado que “la necesidad crea derechos” con lo que la benigna actitud ante el antiguo “hurto famélico” se extiende ahora a conductas claramente tipificadas en los códigos y que nada tienen que ver con quienes sólo desean llevar algo de comida a su familia.
Esta tendencia incentivada por algunos medios y comunicadores ayuda a generar la falta de consenso social para el establecimiento de alguna forma mínima de orden social y a la vez produce paulatinos desplazamientos en las conductas que la sociedad acepta o condona y como lo demuestran estudios realizados tanto en Europa como en Estados Unidos las tolerancias se acrecientan y se instalan en una sociedad que quiere vivir en medio de un desorden anómico pero a la vez tener seguridad y eso... no existe.
Son muy diversos los modelos y tipos de orden social posibles en el planeta, desde Finlandia a Japón, desde Australia a Cuba, desde China a Gran Bretaña pero en todos los ejemplos hay algo en común, sin alguna forma de orden la vida en comunidad es casi imposible.
Durante la segunda semana de Febrero de 2005 asistimos a un motín de presos en una cárcel de máxima seguridad en la provincia argentina de Córdoba; dejemos de lado el análisis de lo que significa mantener una cárcel de máxima seguridad en medio de la zona urbana de una población; y detengámonos por un instante en el tratamiento que el tema recibió en muchos medios masivos: Quienes intentaban sofocar el motín, recibían rutinariamente el adjetivo “represores” por parte de pseudo-periodistas; la acción era de “reprimir a los reclusos”; se explicaba a la audiencia que los condenados viven en situación de hacinamiento y con importantes falencias (diría que como casi el 40% de la población argentina).
Se realizaban constantes “entrevistas” a los familiares de los detenidos, alguno de los cuales, segundos antes instigaba a su pariente para que arrojara al vacío a los rehenes. Como es de esperar frente a las cámaras de la televisión, los condenados representaban las virtudes de la conocida Madre Teresa de Calcúta, a pesar que purgaban sentencias de por vida en una prisión de máxima peligrosidad.
La incapacidad del estado para reaccionar llegó a extremos asombrosos; aún cuando se mostraba ante las cámaras de televisión a los internos armados con armas largas, fusiles y pistolas ametralladoras, se seguía insistiendo en que se trataba de víctimas “del sistema”. Una veintena de reclusos tomó un camión por asalto, e intentó huir utilizando a un guardiacarcel como escudo; fueron interceptados y se generó un enfrentamiento con muertos y heridos. Conclusión de la prensa: la innecesaria violencia policial causó los muertos.
No hay duda que tanto guardia cárceles cuanto policías deben mejorar su calidad profesional, pero tampoco hay duda que esto depende de la existencia de voluntad política y de presupuestos adecuados para alcanzar y mantener la necesaria calidad técnica profesional, en otras palabras, una policía de calidad, no es barata.




CRIMEN Y DESARROLLO

El crimen violento y visible emerge como un serio obstáculo para el desarrollo, tanto en Argentina cuanto entre nuestros vecinos – tal vez con la excepción de Chile --. El delito en las calles disminuye el crecimiento económico y deteriora la calidad de la vida democrática.
El espiral criminal en Argentina es ya epidémico y tiende a empeorar en el corto plazo, cuando una oleada criminal como la que vivimos se instaura, la criminalidad deja de ser accesoria o circunstancial, se convierte en un “modo de vida”, es un trabajo más, reconocido como tal y aceptado pasiva o activamente por el núcleo social que rodea al delincuente; por esta razón la oleada criminal se retroalimenta y se auto-perpetúa en el tiempo.
Otro dato a tomar en cuenta es la proliferación de las bandas “familiares”. En otras épocas el hecho que un miembro de una familia fuera delincuente era algo que su familia no sabía (o pretendía no saber) o era algo que la familia ocultaba al resto de la sociedad, en suma no era algo de que alardear. La aparición cada vez más común de familias de delincuentes cambió todo esto, ahora quién delinque, lo hace a la vista de su grupo familiar y muchas veces sus vecinos también conocen – y en algunos casos se benefician – de sus actividades. En síntesis de idea de la “condena social” a quien delinque prácticamente desapareció, y solamente se la ha visto funcionar en algunos casos aberrantes.
Es algo reconocido en estudios tanto del Banco Mundial cuanto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que la actividad criminal genera aumentos directos e indirectos en los niveles de pobreza e indigencia ya sea por la pérdida de vidas; la destrucción de propiedad; horas de trabajo perdidas; pérdida de inversiones nuevas o no ampliación de las ya existentes al calcularse en los costos la incidencia de las acciones criminales.
En una serie de estudios encarados por el Banco Mundial se encontró que el 67% de las empresas encuestadas señalaban al delito como un obstáculo concreto para sus operaciones y también señaló que el PBI de la región podría llegar a crecer hasta un 25% si sus índices de criminalidad fueran similares a los del resto del mundo.

CRIMEN GLOBAL

En todo el hemisferio se produce además un aumento en la “globalización del crimen” que hace de los delitos mayores, cuestiones transnacionales que no pueden ser enfrentadas con los tímidos acuerdos regionales que se limitan más que nada a la firma de declaraciones y acuerdos que poca incidencia tienen en la integración efectiva de la lucha.
El funcionamiento de grupos que operan en forma transnacional se manifiesta en Argentina en las siguientes actividades:
1. Robo de vehículos de alto costo y utilitarios 4 X 4 que regularmente son sacados del país, o bien llevados a desarmaderos para convertirse en repuestos
2. Tráfico de armas. Tanto armas producidas localmente que van por lo general a Brasil, cuanto armas que ingresan por distintas rutas al país. El otro mercado de armas clandestino está vinculado a aquellas que se incautan y que luego se “pierden” en medio de la maraña judicial y reaparecen en manos de delincuentes, lo mismo sucede con algunas de las que son designadas para su destrucción.
3. Tráfico de bienes falsificados (las llamadas “marcas truchas”) que abarca un multimillonarios negocio que va desde cosméticos a electrónica, pasando por bebidas, óptica, ropa, calzados o cigarrillos. Muy a menudo esta área de la criminalidad aparece vinculada a la acción del crimen organizado de origen Chino.
4. Tráfico ilegal de personas. Actividad que tuvo altibajos en los últimos años y que despierta particular preocupación internacional en la medida en que estas redes pueden ser utilizadas por grupos terroristas para el transporte de células operativas.
5. Tráfico ilegal de precursores químicos – como el ácido sulfúrico o la acetona – indispensables para la elaboración de la cocaína.
6. Tráfico ilegal de cocaína, heroína, y drogas de diseño – sintéticas – que en su mayoría provienen de Europa, mientras que la cocaína y el crack proceden mayoritariamente de Bolivia y Colombia.
Estas actividades que mencionamos, a modo de ejemplo, implican la operación de bandas transnacionales organizadas de manera jerárquica y con capacidades y contactos tales que pueden operar negocios millonarios trasladando la “mercadería” de un punto a otro del planeta.
Carteles colombianos (se estima que unos 200 pequeños carteles operan a partir de la desaparición de los tradicionales), diversos grupos rusos con base regional en Miami, mafia Coreana, Tríadas Chinas, Yakusa de Japón, con base regional en Brasil y conglomerados delictivos familiares de México, Bolivia y Paraguay son algunos de los que operan en nuestro país, por supuesto en acuerdo con las bandas locales.
En el “negocio” de los secuestros extorsivos que se mantiene agudamente vigente, hasta el momento, no parece haber bandas transnacionales operando, sino más bien experimentada delincuencia telúrica, que en los últimos tiempos agregó a su método de trabajo la mutilación de las victimas como forma de aumentar la presión psicológica sobre las familias

LA TERRITORIALIZACIÓN DEL DELITO

Proceso que comenzó en Brasil hace ya más de una década y que tiene dos vertientes para su análisis: Por una parte la territorialización entendida en sentido clásico, es decir las áreas de alto riesgo en las zonas urbanas y semi-urbanas. Las mismas aparecen en los “mapas del delito” y tienen relación con el número de hechos criminales que se producen en un sector crítico, por ejemplo las zonas donde más operan los piratas del asfalto, o las zonas preferidas para los secuestros al boleo.
La otra acepción de la noción de territorialización está vinculada al narcotráfico. El ejemplo que se considera típico, es el que se produce en las favelas de Sao Paulo y Río donde no solamente existen bandas jerárquicamente estructuradas sino una territorialidad que nada tiene que ver con lo político sino con el control de los puntos de expendio de la droga, por esa razón las bandas libran verdaderas batallas y planean “invasiones” para lograr establecer un control armado sobre los mejores puntos – en cuanto al volumen de clientes que concurren a ellos -- .
En Brasil, las bandas no solamente no buscan la confrontación abierta con el estado sino que actúan como verdaderos “escuadrones de la muerte” respecto de quienes comenten crímenes en sus territorios que el “chefe da favela” considera son malos para el negocio; por ejemplo asaltar a un cliente potencial que se dirige con su coche a un “fumo” a comprar.
En Argentina la mecánica no es exactamente igual, si bien la “villa” cumple – hasta cierto punto – una función parecida a la favela; sin embargo no existe acá la estructuración jerárquica que hay en Brasil; pero además en nuestro país coexisten diversas estructuras descentralizadas de distribución. Algunas operan en pequeña escala en ciertos kioscos, otras en algunas estaciones de servicio, las hay permanentemente en todos los “boliches bailables” y existe también un sistema de delivery para los clientes regulares.
La distribución y venta de las llamadas drogas de diseño en sus diversas formas y variantes es algo tan común en el ambiente donde se mueven adolescentes y jóvenes que, independientemente del hecho de consumirlas o no, conviven con ellas y forman parte de su entorno habitual.
La descentralización del sistema de “dealers” genera multitud de vendedores pequeños (que suelen ser también consumidores) fáciles de individualizar pero irrelevantes para el negocio global. Asimismo la cercanía relativa de Bolivia y la permeabilidad de la frontera tientan a criminales que cuentan con algo de efectivo a realizar “compras directas” en cantidades relativamente pequeñas, por cierto que el dinero necesario para ello es el producido de previos delitos.
Otro dato que viene a completar el panorama es la guerra entre bandas que se evidencia en ataques individuales pero también en secuestros; secuestrar a un narco tiene sentido en el mundo criminal, la banda no va a acudir a las autoridades y además tienen con qué pagar: cash, merca o una mezcla. Virginia Messi, del diario Clarín, detalló en septiembre de 2003 las luchas y secuestros recíprocos y estimó que entre 2000 y 2003 no menos de 10 jefes narcos o sus familiares directos habían sido secuestrados, las más de las veces por bandas rivales.



PURGAS Y MAS PURGAS

Una mirada a la realidad nos muestra que las instituciones policiales perdieron de vista (al igual que muchos políticos) cuál es su función esencial y tomando esto como punto de partida pueden señalarse varios procesos que se desarrollan en forma simultánea:
1. Depauperación salarial en todos los niveles, problemas de vivienda, vestuario y atención médica.
2. Aumento paulatino de los niveles de “tolerancias” internas (de la pizza a la zona liberada) que van provocando deslizamientos hacia el delito en no pocos efectivos.
3. Creciente desinterés por la tarea profesional con el consiguiente decaimiento de la calidad del trabajo policial lo que se traduce en una cantidad de delitos que en la práctica se archivan sin siquiera intentar una investigación.
4. Ingreso creciente del dinero proveniente de las actividades del narcotráfico – mucho más significativo que los montos procedentes de la prostitución y el juego clandestino – que aumenta los índices de corrupción en forma geométrica.
5. Creciente hostilidad entre la policía y la población en general, fruto en parte de la falta de respuesta que encuentra el ciudadano en la fuerza y en parte en la reiteración mediática de la satanización de la función policial.
6. Falta de interés por parte de la conducción en el mejoramiento técnico profesional lo que hace que no exista ni presupuesto ni oportunidades para mejorar la aptitud profesional.
7. El dinero del delito permea a los estratos políticos y los asocia a la corrupción por medio de las “cajas” para hacer política, a esto se suma la corrupción promovida por los abogados “saca presos” y la existencia de jueces venales. Esto establece verdaderas cadenas de complicidades entre policias corruptos y sociedad corrupta.
La realidad policial puede resumirse en: Desconfianza mutua entre la fuerza y la conducción política; ruptura efectiva de la cadena de mandos; inacción que se generaliza y que es la consecuencia lógica de la actitud de la conducción política ante cualquier situación violenta; si la policía interviene las furias del poder político y del progresismo mediático caen inmediatamente sobre los “represores”; consecuencia, la policía pasa a ser un observador más de la violencia que va escalando impune.
La ingerencia personal del Jefe de Estado en la separación de sus cargos de altos jefes de la Policía Federal de quienes luego nos enteramos que a pesar de los fulminantes titulares de alguna prensa, están en “disponibilidad” es decir que legalmente, continúan perteneciendo a la fuerza y ni uno solo de ellos está en prisión por los delitos que supuestamente habrían cometido, no contribuyó precisamente a levantar la moral de la fuerza.
Hay quienes aseveran que según el Presidente Kirchner la Policía Federal debería dejar de existir y de hecho en el plan que publicitó el ahora ex ministro Beliz, se crea en fecha aún no definida, una especie de Agencia Federal que reemplazaría a la Policía, esto se complementaría con la policía comunitaria – para la capital federal – a la que se asignarán inicialmente 500 hombres (lo que se traducirá en una realidad de 150 hombres en cada uno de los tres turnos en que se divide la jornada) para realizar tareas no especificadas complementando a la dotación de 8000 efectivos que cubren las comisarías, anunciado esto con toda pompa a mediados de 2004, en febrro de 2005 aún no se tienen noticias concretas que este proceso se este llevando a cabo.
En la provincia de Buenos Aires el panorama es más confuso aún, no solamente porque las purgas son casi una rutina diaria, sino porque el llamado Plan Arslanian es un verdadero compendio de buenos deseos pensados para un país como Francia con un presupuesto como Suiza, pero que choca de frente con una realidad dramática: La fuerza policial está literalmente paralizada y quienes han quedado a la espera de la próxima purga evitan cruzar un semáforo rápido no sea que esto traiga problemas.
Hasta hoy el ministro no logró algo tan elemental como es dotar a la policía de comunicaciones seguras, ni que decir lograr que todos los móviles dispongan de radiocomunicación. Actualmente la policía de la provincia de Buenos Aires, la gendarmería, la prefectura y la policía federal carecen de una forma segura de comunicarse el uno con el otro. Recientemente se inauguró con grandes titulares un sistema “similar al 911”, en realidad es un “call center” que nada tiene que ver con el sistema 911 y que además tiene serias limitaciones geográficas y técnicas, pero que sirvió para generar titulares en los diarios.
Un dato más, el subcomisario Adrian Bonda al asumir su cargo como jefe de la comisaría primera de La Matanza (municipio de unos 320.000 habitantes) declaraba al diario La Nación (Domingo 13 de Junio de 2004) que disponía de un efectivo de 80 hombres – divididos en tres turnos – para atender a su jurisdicción, un policía cada 12.000 habitantes.
¿Es necesario explicar más...?

domingo, febrero 13, 2005

EUROPE - THY NAME IS COWARDICE

A German Publisher Speaks Out

Date: Tue, 08 Feb 2005
Matthias Dapfner, Chief Executive of the huge German publisher AxelSpringer AG, has written a blistering attack in DIE WELT, Germany'slargest daily newspaper, against the timid reaction of Europe in the faceof the Islamic threat.


A few days ago Henry Broder wrote in Welt am Sonntag, "Europe - yourfamily name is appeasement." It's a phrase you can't get out of your head because it's so terribly true. Appeasement cost millions of Jews and non-Jews their lives as England andFrance, allies at the time, negotiated and hesitated too long before they noticed that Hitler had to be fought, not bound to toothless agreements.Appeasement legitimized and stabilized Communism in the Soviet Union, then East Germany, then all the rest of Eastern Europe where for decades,inhuman, suppressive, murderous governments were glorified as the ideologically correct alternative to all other possibilities.Appeasement crippled Europe when genocide ran rampant in Kosovo, and eventhough we had absolute proof of ongoing mass-murder, we Europeans debated and debated and debated, and were still debating when finally theAmericans had to come from halfway around the world, into Europe yet again, and do our work for us.Rather than protecting democracy in the Middle East, European appeasement,camouflaged behind the fuzzy word "equidistance," now countenances suicide bombings in Israel by fundamentalist Palestinians.Appeasement generates a mentality that allows Europe to ignore nearly 500,000 victims of Saddam's torture and murder machinery and, motivated by the self-righteousness of the peace-movement, has the gall to issue bad grades to George Bush.. Even as it is uncovered that the loudest critics of the American action in Iraq made illicit billions, no, TENS of billions, in the corrupt U. N Oil-for-Food program.And now we are faced with a particularly grotesque form of appeasement...How is Germany reacting to the escalating violence by Islamic fundamentalists in Holland and elsewhere? By suggesting that we really should have a "Muslim Holiday" in Germany.I wish I were joking, but I am not. A substantial fraction of our (German)Government, and if the polls are to be believed, the German people,actually believe that creating an Official State "Muslim Holiday" willsomehow spare us from the wrath of the fanatical Islamists.One cannot help but recall Britain's Neville Chamberlain waving the laughable treaty signed by Adolf Hitler, and declaring European "Peace in our time".What else has to happen before the European public and its political leadership get it? There is a sort of crusade underway, an especially perfidious crusade consisting of systematic attacks by fanatic Muslims,focused on civilians, directed against our free, open Western societies,and intent upon Western Civilization's utter destruction.It is a conflict that will most likely last longer than any of the greatmilitary conflicts of the last century - a conflict conducted by an enemy that cannot be tamed by "tolerance" and "accommodation" but is actually spurred on by such gestures, which have proven to be, and will always betaken by the Islamists for signs of weakness.Only two recent American Presidents had the courage needed for anti-appeasement: Reagan and Bush.His American critics may quibble over the details, but we Europeans know the truth. We saw it first hand: Ronald Reagan ended the Cold War, freeing half of the German people from nearly 50 years of terror and virtual slavery. And Bush, supported only by the Social Democrat Blair, acting on moral conviction, recognized the danger in the Islamic War against democracy. His place in history will have to be evaluated after a number of years have passed.In the meantime, Europe sits back with charismatic self-confidence in the multicultural corner, instead of defending liberal society's values and being an attractive center of power on the same playing field as the truegreat powers, America and China.On the contrary - we Europeans present ourselves, in contrast to those"arrogant Americans", as the World Champions of "tolerance", which even(Germany's Interior Minister) Otto Schily justifiably criticizes. Why?Because we're so moral? I fear it's more because we're so materialistic,so devoid of a moral compass.For his policies, Bush risks the fall of the dollar, huge amounts of additional national debt, and a massive and persistent burden on the American economy - because unlike almost all of Europe, Bush realizes what is at stake - literally everything.While we criticize the "capitalistic robber barons" of America because they seem too sure of their priorities, we timidly defend our SocialWelfare systems. Stay out of it! It could get expensive! We'd rather discuss reducing our 35-hour workweek or our dental coverage, or our 4weeks of paid vacation... Or listen to TV pastors preach about the need to"reach out to terrorists. To understand and forgive".These days, Europe reminds me of an old woman who, with shaking hands,frantically hides her last pieces of jewelry when she notices a robber breaking into a neighbor's house.

A way out for Bolivia?

By Norman A. Bailey

Published February 13, 2005. Washington Times

In the landlocked, Andean nation of Bolivia, a major crisis is unfolding that deserves international attention. Bolivia is on the verge of nothing less than social suicide. The reason? Unprincipled politicians seek power by selling a self-defeating notion to Bolivians -- many of them Indians and mixed-race cholos barely eking out a living on high, dry soil. The demagogues have convinced the dispossessed that selling Bolivia's huge natural gas reserves to foreigners somehow is contrary to the national interest. Better, they say, to leave the gas in the ground -- and remain poor. At first, it is hard to grasp how this could happen. Before capitalization -- the 1990s reform that invited in foreign investors as 51-49 partners in Bolivia's state-owned enterprises -- the Bolivian state energy firm lethargically exploited and produced natural gas. With the entry of foreign firms from Europe, Brazil and the United States, proven and probable reserves burgeoned from 4 trillion cubic feet in 1996, to 36 trillion cubic feet today. That's a ninefold increase in eight years -- with more in prospect if Bolivia doesn't throw away its opportunity. In short, gas production and exporting has been a financial bonanza for the Bolivian government, which rakes in an average of about 68 percent of gross petroleum revenues in royalties and other, complex taxes. This arrangement is now in serious jeopardy. Responding to the supposed mandate of a July popular referendum, the Bolivian Congress is considering legislation to abrogate Bolivia's contracts with the foreign investors. It would also resurrect the famously inefficient, corrupt state petroleum monopoly, installing it as the operating partner of the foreign energy investors. If enacted, this legislation would destroy Bolivia's access to international credit -- its economic lifeline -- and embroil the country in years of costly international arbitration. That would end foreign investment in Bolivia's development. Given all that, why does a campaign to wreck the energy sector have such popular appeal? The Indians and cholos have been duped by demagoguery into believing a resurrected national petroleum company is the way to regain "sovereign" control over the natural gas wealth and thereby recover "dignity." Unexamined is who really benefits, and why such "strange bedfellows" as discredited old-line politicians and new, insurgent, indigenous populists like Evo Morales, leader of the coca growers, or Indian firebrand Filipe Quispe would favor it. Would Bolivia's impoverished Indians really own anything worthwhile through this scheme? Would they be any better off? Or would Bolivia's new populist, indigenous leaders simply copy old-line politicians and help themselves, and their party machinery, to the coffers of the state-run petroleum company? This trickery could be remedied by Bolivia's president and legislators embracing a different energy-sector reform that gives ownership and control of energy-sector assets, and their revenues, directly to the Indians, not the politicians. This would be a truly revolutionary development for Bolivia -- one with far richer economic gains for Bolivia's poor than the bonosol, the small, annual, lump-sum payment the elderly receive from their government's foreign partnerships. The re-creation of Bolivia's traditional "slush fund" for politicians is not what is needed, but rather a transformation of Bolivia's indigenous poor into owners and stakeholders. Can it be done? It already has been, in the 49th U.S. state, Alaska, a place that, like Bolivia, was energy-rich, mountainous and poor. Thirty years ago, Alaska's indigenous people lived on $1 or $2 a day -- similar to today's incomes of Bolivian Indians. In 1971, the Alaska Native Claims Settlement Act addressed this directly by creating regional and village corporations comprised of native Alaskans. These received the right to exploit the resources of more than 44 million acres, with a $1 billion payout directly to native Alaskan shareholders. Native Alaskans still reap vast sums, totaling billions of dollars yearly. Alaska's indigenous-owned corporations now get the energy jobs and government contracts, using their revenue to create new businesses and jobs for their communities. As a result, structural poverty has vanished among targeted Alaskan indigenous communities in a single generation. The key has been ownership by indigenous people, not a state bureaucracy. Another model, the African nation of Chad, shows how revenues from natural resources can be managed in a transparent fashion to benefit the poor. Here, a massive petroleum project has been developed, a pipeline to a marine terminal in neighboring Cameroon that will swell government revenues by as much as 50 percent a year. A unique revenue-management law requires spending nearly 90 percent of oil revenues on education, health care, rural development and infrastructure improvements. The World Bank is leading a program to shape the project with advice from representatives of poor communities. An independent oversight committee will conduct audits and publicly distribute the reports. Local controls will be public and transparent. The people of Chad will see their oil wealth in schools, clinics and water wells. Would such an approach work in Bolivia? Only if Bolivians act in time -- even in the midst of the country's social and political ferment -- before its politicians enact the wrong steps for the wrong reasons. Transforming Bolivia's poor into stakeholders offers the chance to end centuries of poverty and social strife in a single generation. This goal can best be achieved by attracting -- not repelling -- foreign investors.


Norman A. Bailey is a senior fellow at the Potomac Foundation and co-founder of the Indigenous Economic Education Initiative. In the Reagan administration, he was senior director of international economic affairs on the National Security Council staff.